lunes, agosto 28, 2006
Arboliris
Éstas son las fotitos que les quería mostrar... como ven es un bosque estilo el Señor de los Anillos.
Beautiful!!!
Coche viejo...
El viernes el Marco terminó la pega por la que lo habían mandado a Pleasanton, así es que nos avisaron que teníamos pasajes para el domingo rumbo a Tucson. Por eso había que visitar lo que nos quedaba en el tintero en sólo un día y una de esas cosas era ir a la feria de autos de los Goods Guys.
Estuvo muy entretenida, con autos hermosos de esos antiguos y todos enchulados. Había más de tres mil vehículos entre burritas, camionetitas, el General Lee, el auto de Pier No Doy Una, el de Penélope (de los mismos monitos) etc,etc... es que no cacho mucho de nombres de autos, pero estuvo buena igual.
Era tan grande que hasta el Marco en un momento quería recorrerla rapidito. La muestra dura 3 días donde gente, de todas partes de USA, lleva sus cacharros y eligen a un ganador que recibe muucha plata de premio.
Había especímenes de todo tipo, unos muy raros que parecían autos del futuro, sólo que eran de los años '30. Hay varios que aprovechan para vender su cacharrito a "módicas sumas".... jaja.
Después de eso nos fuimos a Muir Woods que es un parque de árboles gigantes que hay cerca de San Francisco. Son hermosos, viejísimos y enormes, tanto que uno se siente insignificante.
Como fuimos más tarde nos tocó menos gente y este parque es más rústico, a pesar de que algunos senderos son de cemento hay otros de tierra con raíces entremedio y piedras. Caminamos harto y en la mitad nos cruzamos con una pareja que ya se iba devolviendo y nos preguntan que cuánto les quedaba por caminar y Marco les responde "Five minutes".... yo lo miré y le dije "Five???" y él sí po', para la calle quedan como cinco minutos.... pero para la entrada faltaban como 20!! jajaj, nunca supimos si preguntaban por la entrada o por el sendero principal y si fue por la primera entonces deben haber ido reclamando contra el tipo que les dijo que estaban a sólo 5.
No estoy muy inspirada hoy... además la conexión a Internet ha andado pésimo. Ya estamos de regreso en Tucson y al calor. Además hay plaga de zancudos y ya lo comprobé hoy en la piscina mientras leía un rato. Quedé con 3 picaduras en sólo media hora!!. Más encima no me deja subir más fotos! demonios! Además tengo la cara con granitos, todo mal!
Bueno las agregaré a parte para que vean los arbolitos lindos.
viernes, agosto 25, 2006
martes, agosto 22, 2006
El puente de oro
Este fin de semana salimos a recorrer con Marco. El sábado paseamos con su jefe y señora (de Tucson) al estilo movilizado pues pocas veces nos bajamos del auto. Lo peor de todo es que fuimos a ver el Golden Gate y estaba nublado, por lo que a penas se divisaba a la distancia. Lo cruzamos sí -en cacharro- pero nos quedamos con las ganas de sacar una buena foto (dato extra: hay que pagar peaje).
Así es que el domingo decidimos partir nuevamente y aprovechar de recorrer lugares que aún no habíamos visto como el barrio hippie por donde paseaba la Janis Joplin.
El día nos acompañó ya que, a pesar de no estar completamente despejado, tuvimos una buena panorámica y hasta cruzamos una parte a pie (una parte no más, porque corría un vientazo que espantaba a cualquiera). Es realmente lindo, enorme y el paisaje lo acompaña. Mientras caminábamos a través de él, Marco me decía ¿te das cuenta dónde estamos metidos? y sí, quién iba a pensar que llegaríamos al Golden Gate... no estaba dentro de nuestros planes de vida, ni en la imaginación.
De ahí nos fuimos a la calle Longbard que es la más curvada del mundo, de adoquines, con cinco zig zags y decorada con flores. Realmente bonita y las casas de película. Eso sí, pobre gente que vive ahí porque se puede pasar en auto y se arma un taco que ya me imagino lo desesperante que debe ser todos los días de tu vida y cansado después del trabajo. Hasta para ir al super hay que bancarse el atochamiento!!. Y a eso hay que agregarle que siempre está lleno de turistas sacando fotos y paseando.
Después partimos al barrio hippie, que de hippie ya no tenía mucho, sólo muchas tiendas pero menos artesas que la feria Santa Lucía y más caro que el Alto Las Condes, jaja... eso sí había uno que otro viejito de pelo largo y desastrado que otrora fuera un hippie activista.
Almorzamos lasaña y tallarines con verduritas en un café-restorán muy rico, con juguitos naturales...mmmm... limonada. Para ir al baño había que pedir la llave que estaba amarrada a una pala de jardinería... freak.
Nos metimos a una tienda descomunal de discos de vinilo y CDs, muy entretenida sobre todo para los fanáticos de la música, pues se encuentran varias rarezas como por ejemplo una selección de los Beatles en japonés (lo siento Diego, estaba fuera de mi presupuesto).
En cuanto a las calles de San Francisco son agotadoras: unas subidas enormes tan empinadas que llegas a caminar chueco... interminables!! y no sé cómo algunos se atrevían a subir en bici, es como hacer el San Cristóbal de una, sin planos. Eso sí se ven muy bonitas, con el mar y los edificios de fondo, con casitas de lindas fachadas y escalera en la entrada.
Dónde fuimos a parar sin querer queriendo...
HermOso
Hace dos fines de semana decidimos ir a visitar el famoso Yosemite Park, que queda como a tres horas en auto desde Pleasanton (que es el pueblito en el que estamos viviendo ahora).
Llegamos allá con muchas expectativas, sin saber muy bien de qué se trataba. Es realmente enorme y el paisaje es sobrecogedor. Grandes y rocosas montañas con extrañas formas, muchos bosques, ríos y caídas de agua (obviamente que con su correspondiente velo de la novia... no podía faltar, de lo contrario no es digno de llamarse PARQUE)que se diluían con el viento.
El pero... como dijo Marco... el parque estaba más lleno que estacionamiento de mall en navidad. Horrible. Había que darse millones de vueltas para encontrar un lugar donde dejar el auto. Y los senderos, no tienen esa rusticidad de los parques del sur de Chile, donde uno se interna en medio de la selva y hay que cuidar los pasos para no resbalarse en el barro. No, acá los gringos tienen senderos de cemento y habilitados para sillas se ruedas y tampoco hay que extrañarse al encontrar adentro restoranes y supermercados.
Pero es esa soledad de los parques del sur la que más se extraña. En el Yosemite había que pelear con toda clase de turistas ya sea gringos, chinos, indios, árabes, españoles, etc para tener una buena vista para sacar la foto; armarse de paciencia con los tacos peatonales y quedar con las ganas de mirar en silencio el paisaje para escuchar el sonido del agua, el viento entre los árboles y el canto de los pájaros.
Cuando ya estábamos dejando el parque ,de pronto vimos a unas personas que algo miraban en el camino. Estacionamos el auto y nos devolvimos rápido para ver de qué se trataba. Y ahí estaba... cruzando la calle temeroso... un hermoso oso negro, de tamaño pequeño. La gente se empezó a acumular y él parecía no entender tanto barullo. Olisqueó unas cosillas por aquí y por allá y el ruido lo hizo internarse en el bosque después de un rato.
Y después de todo nos fuimos muy felices de vuelta al hotel.
Llegamos allá con muchas expectativas, sin saber muy bien de qué se trataba. Es realmente enorme y el paisaje es sobrecogedor. Grandes y rocosas montañas con extrañas formas, muchos bosques, ríos y caídas de agua (obviamente que con su correspondiente velo de la novia... no podía faltar, de lo contrario no es digno de llamarse PARQUE)que se diluían con el viento.
El pero... como dijo Marco... el parque estaba más lleno que estacionamiento de mall en navidad. Horrible. Había que darse millones de vueltas para encontrar un lugar donde dejar el auto. Y los senderos, no tienen esa rusticidad de los parques del sur de Chile, donde uno se interna en medio de la selva y hay que cuidar los pasos para no resbalarse en el barro. No, acá los gringos tienen senderos de cemento y habilitados para sillas se ruedas y tampoco hay que extrañarse al encontrar adentro restoranes y supermercados.
Pero es esa soledad de los parques del sur la que más se extraña. En el Yosemite había que pelear con toda clase de turistas ya sea gringos, chinos, indios, árabes, españoles, etc para tener una buena vista para sacar la foto; armarse de paciencia con los tacos peatonales y quedar con las ganas de mirar en silencio el paisaje para escuchar el sonido del agua, el viento entre los árboles y el canto de los pájaros.
Cuando ya estábamos dejando el parque ,de pronto vimos a unas personas que algo miraban en el camino. Estacionamos el auto y nos devolvimos rápido para ver de qué se trataba. Y ahí estaba... cruzando la calle temeroso... un hermoso oso negro, de tamaño pequeño. La gente se empezó a acumular y él parecía no entender tanto barullo. Olisqueó unas cosillas por aquí y por allá y el ruido lo hizo internarse en el bosque después de un rato.
Y después de todo nos fuimos muy felices de vuelta al hotel.
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